La educación positiva es el resultado de integrar los principios de la psicología positiva a las aulas. Es muy importante reconocer, en primer lugar, que la psicología positiva es una ciencia y que se basa en la investigación empírica. No se trata de ser feliz todo el tiempo. No se trata de intentar que los alumnos sean felices todo el tiempo. No se trata de mirar sólo el lado positivo. El objetivo principal de la psicología positiva es comprender cómo y por qué prosperan los seres humanos y permitirnos a todos desarrollar esas habilidades. Por lo tanto, la educación positiva considera la escuela como un lugar donde los estudiantes no sólo se desarrollan intelectualmente, sino también un amplio conjunto de fortalezas de carácter, virtudes y competencias, que en conjunto apoyan su bienestar.1
En el entorno escolar, los alumnos interactúan con compañeros, adultos y la comunidad escolar en general, y estas interacciones repercuten en su experiencia de aprendizaje. El entorno social desempeña un papel fundamental en la emoción y el compromiso de los alumnos con el aprendizaje. Linda Darling-Hammond se refiere al aprendizaje como un “proceso transaccional” en el que alumnos y educadores encuentran formas productivas de comunicarse y generar confianza. Cuando se hace bien, la ansiedad de los alumnos disminuye al tiempo que aumenta su motivación. Los educadores tienen la oportunidad de contrarrestar los posibles efectos secundarios del trauma proporcionando estabilidad y empatía, además de modelar comportamientos constructivos. Los estudios demuestran que incluso un adulto de confianza mejora los resultados de los alumnos que experimentan dificultades. 2
Más aún, podemos mencionar seis componentes esenciales de la educación positiva que han sido adoptados del modelo PERMA de Martin Seligman:3
Estos componentes deben ser experimentados en nuestra vida cotidiana; por lo que, los educadores deben enseñarlos e integrarlos en el plan de estudios intencionalmente.
En base a todo lo que sabemos sobre cómo las emociones y el estrés pueden afectar a los estudiantes, las escuelas de todo el mundo tienen la obligación de enseñar la ciencia del bienestar para que podamos equipar a los estudiantes lo mejor posible para hacer frente a las inevitables tensiones de la vida. Y lo que es más emocionante, la investigación está demostrando que la educación positiva tiene un impacto en la preparación de los niños para manejar estas tensiones de una manera más eficaz. Una investigación de la Universidad de Melbourne sobre el programa de educación positiva de Geelong Grammar ha descubierto que los estudiantes pueden experimentar un mayor nivel de bienestar, una mayor satisfacción con la vida, un mayor conocimiento de sus fortalezas y un mayor uso de estas. También hay un conjunto emergente de investigaciones que demuestran que la educación positiva puede ayudar a mejorar los resultados escolares tradicionales, como el rendimiento académico.1, 4
Bibliografía:
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