La recuperación de la memoria se refiere al proceso de reconstruir conocimientos extrayéndolos de la memoria a largo plazo. Las investigaciones demuestran que, al dejar de centrarse principalmente en almacenar información para centrarse en recordarla (o recuperarla), los estudiantes mejoran enormemente su capacidad de aprendizaje y aprenden de forma más eficaz. Se trata de un descubrimiento muy importante, ya que los hábitos de estudio y los métodos de enseñanza más populares se centran en introducir información en nuestro cerebro, pero estos resultados demuestran que deberíamos prestar la misma atención a extraerla de allí.1 La idea es permitir que se produzca el olvido, al menos en parte, para que la práctica de la recuperación pueda ser una “dificultad deseable”.2 El esfuerzo adicional que supone recuperar estos recuerdos favorecerá la participación activa en el pensamiento, en lugar de la memorización.
Existen dos tipos principales de estrategias de recuperación: las que se centran en el momento en que se recupera la información, permitiendo que se produzca una cantidad adecuada de olvido y fomentando las dificultades deseables, y las que se centran en cómo se recuperan los recuerdos. Aunque no se trata de una lista exhaustiva, aquí repasaremos algunas de las estrategias de recuperación más útiles.
1. Práctica espaciada
La práctica espaciada se centra en el momento en que se recupera la información y se refiere al uso estratégico de los retrasos en los ensayos de aprendizaje. Es lo contrario de estudiar mucho en poco tiempo. El espaciado funciona porque requiere un esfuerzo cognitivo adicional para recordar el material. Como resultado, se crean múltiples rutas de recuperación para ayudar a recordar. Esta estrategia aumenta la implicación del alumno con los materiales y la probabilidad de que utilice los conceptos entre las sesiones de repaso, lo que conduce a recuerdos más duraderos.
Pero, ¿cómo puede aplicarse la práctica espaciada cuando los alumnos aprenden? Para empezar, pueden utilizar un calendario, una agenda o una aplicación para crear bloques de tiempo. En segundo lugar, pueden identificar 3-4 días a la semana para dedicarlos a la práctica espaciada. Por último, pueden comprometerse a dedicar una cantidad razonable de tiempo a la práctica espaciada (aunque sólo sean 5 minutos, es mejor que no practicar) y fijarse el objetivo de aumentarla hasta llegar a los 30 minutos.
Sin embargo, dado que muchos estudiantes acostumbran a estudiar muchos contenidos en poco tiempo y creen que hacerlo es eficaz, rara vez obtienen los beneficios a largo plazo que surgen al espaciar la práctica en varias sesiones.
2. Autoevaluación
La autoevaluación se refiere al efecto de prueba durante el cual el alumno recupera información almacenada previamente sin ver el material, forzando un enfoque activo. Un examen es una señal para recuperar un recuerdo. Cuando se recupera, ese recuerdo se refuerza y, por lo tanto, es más probable que se recuerde correctamente en el futuro.
El autoexamen puede adoptar muchas formas diferentes, como tarjetas de memoria, elaboración de preguntas para responder, pruebas prácticas o incluso escribir todo lo que se recuerde sobre un tema sin mirar el material. Lo importante es que los alumnos apliquen lo que han aprendido recuperándolo de su memoria.
Esta estrategia es muy eficaz porque permite al alumno identificar con precisión lo que realmente ha aprendido y también sirve para mejorar la metacognición. Además, la autoevaluación permite al alumno centrarse en el material que necesita volver a aprender y evita el repaso pasivo, o la relectura, de los materiales.
Bibliografía:
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