La memoria ha sido menospreciada durante mucho tiempo en la educación, a pesar de desempeñar un papel crucial en el proceso de aprendizaje. Daniel Willingham, profesor de psicología de la Universidad de Virginia, cuyas investigaciones se centran en la aplicación de los descubrimientos de la ciencia cognitiva a la educación, sintetiza su comprensión de la arquitectura de la memoria en tres principios: la memoria es el residuo del pensamiento, la memoria es accesible a través de señales y la memoria es propensa al error.1 Al describir la memoria como el residuo del pensamiento, Willingham subraya que recordamos aquello a lo que prestamos atención, aquello con lo que nos esforzamos y aquello que contemplamos más profundamente. Una educación exitosa debe permitir a los alumnos acumular conocimientos duraderos, flexibles y fiables. Para ello, recurrimos a la memoria, que es fundamental para el aprendizaje, ya que es un requisito previo para acumular conocimientos, que, a su vez, son necesarios para el pensamiento crítico y la creatividad.
La segunda parte del marco de Willingham, la de que la memoria es “accesible mediante señales”, se refiere a las estrategias de recuperación que hacen accesibles esos recuerdos. La recuperación de la memoria consiste en sacar un recuerdo almacenado de la memoria a largo plazo y llevarlo a la memoria de trabajo para seguir procesándolo y utilizándolo; en otras palabras, es el proceso de reconstrucción del conocimiento.
Solemos pensar en las pruebas y los exámenes como el momento ideal en el que entra en juego la recuperación, pero en realidad esta ocupa un papel central en el proceso de aprendizaje. Investigadores como John Dunlosky y Henry Roediger2,3 han llevado a cabo investigaciones convincentes que demuestran que al cambiar el enfoque de almacenar información a recordarla o recuperarla, los estudiantes mejoran enormemente su capacidad de aprendizaje y aprenden de forma más eficaz. Se trata de un descubrimiento importante que también supone un cambio de paradigma para la mayoría de los estudiantes, acostumbrados a que la recuperación tenga lugar durante exámenes en los que se los califica, en lugar de como herramienta para mejorar la eficacia de su aprendizaje. Los hábitos de estudio y los métodos de enseñanza más extendidos se centran en introducir información en nuestro cerebro, pero estos resultados demuestran que deberíamos prestar la misma atención en extraer información de él.
Además, los estudios demuestran que, con el paso del tiempo, los alumnos olvidan lo que aprenden. Este principio se denomina Curva del Olvido4, 5 y demuestra cómo la información decae con el tiempo una vez aprendida. Al olvidar lo que aprendemos, limitamos nuestra capacidad de comprensión y aprendizaje en el futuro, sobre todo en materias acumulativas como matemática y ciencias. Por lo tanto, es necesario interrumpir la curva del olvido. Lo hacemos con la práctica de la recuperación, que es esencial para el éxito de la educación. La idea es permitir que se produzca el olvido, al menos en parte, para que la práctica de recuperación sea una “dificultad deseable”.4 El esfuerzo adicional que supone recuperar estos recuerdos fomentará la participación activa en el pensamiento, en lugar de la memorización. Aunque los alumnos puedan resistirse a la incomodidad que suponen el olvido y la dificultad, es importante discutir con ellos los beneficios de estas estrategias. Puede que no les parezca natural, pero las investigaciones coinciden en que pueden favorecer enormemente el aprendizaje.
Las estrategias de memoria son lo que utilizamos para mejorar la forma en que recordamos o recuperamos información. Las investigaciones sugieren que aumentamos la probabilidad de recordar y aplicar la información cuando practicamos su recuperación en lugar de hacer algo pasivo, como repetirla o releerla. Aquí es donde entran en juego las estrategias de memoria. Son eficaces por tres razones fundamentales:
Hay muchas estrategias de recuperación que los alumnos pueden aprender y aplicar cuando estudian. Sin embargo, es importante que sepan utilizarlas correctamente para sacarles el máximo partido. Como ya se ha dicho, no deben rehuir las dificultades, sino aceptarlas.
Bibliografía:
Aprenda sobre la memoria de trabajo y cómo puede fomentarse para mejorar el aprendizaje Descubra estrategias basadas en evidencia para captar la atención de los alumnos y comprender su falta de atención
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