Desafortunadamente, no es inusual que los estudiantes sientan que odian la escuela. Aunque se trata de una cuestión complicada con muchos puntos de análisis, la motivación de los estudiantes es un aspecto increíblemente importante. Lo más probable es que, cuando era estudiante, luchara por sentirse motivado en la escuela. Si es educador, lo más probable es que se haya encontrado en una situación en la que sentía que no estaba consiguiendo que los alumnos participaran en su clase. Puede que incluso haya dicho que sus alumnos no parecen tener motivación en clase, y que haya sentido que no tenía los recursos necesarios para tamaño desafío.
Motivar e involucrar a los alumnos es un problema demasiado frecuente que tiene consecuencias de largo alcance para ellos y su proceso de aprendizaje. Esta situación podría explicarse por el hecho de que las creencias de los educadores sobre lo que motiva a los estudiantes a aprender son diferentes de lo que realmente los motiva. Un estudio de Gallup analizó las tendencias sobre lo que funciona en nuestras aulas y lo que debemos hacer para potenciar al máximo el compromiso de los alumnos. Los resultados mostraron que, aunque aspectos como sentirse valorado y seguro, tener amigos y sentir que lo que se aprende es significativo son importantes para la motivación y el compromiso, la mayoría de ellos afirman que no experimentan algunos de estos factores en sus escuelas.1,7,8
En las siguientes líneas analizaremos algunas estrategias para aumentar el compromiso y la motivación de los estudiantes.2
Expectativas
Los educadores suelen establecer expectativas sobre las capacidades de sus alumnos basadas en su rendimiento académico anterior. Aunque no hay nada intrínsecamente malo en esto, las creencias que desarrollan afectan a su forma de dar instrucciones, crear prácticas de grupo e influyen en cómo los evalúan. Las investigaciones revelan que los educadores tienden a proporcionar un clima emocional más favorable, una retroalimentación más clara, más atención, más tiempo de instrucción y más oportunidades de aprendizaje en general a sus alumnos de altas expectativas en comparación con sus alumnos de bajas expectativas. Este trato diferenciado puede magnificar las diferencias reales de desempeño entre los alumnos de alto y bajo rendimiento, en lugar de ayudar a estos últimos a obtener mejores resultados.
¿Cómo podemos evitarlo? Sería imposible que los educadores no tuvieran expectativas sobre sus alumnos, así que la solución es enseñar a los educadores a gestionar esas expectativas.
Desafío y propósito
El compromiso y la motivación en el aula no sólo tienen que ver con estar en clase, sino también con lo que los alumnos hacen mientras están allí. A la hora de evaluar lo motivadora o atractiva que puede ser una tarea, es importante tener en cuenta su grado de dificultad. Si un estudiante piensa que no puede tener éxito en una tarea, no va a estar motivado para intentarlo. Por tanto, los alumnos tienen que sentirse capaces de aprender y deben ver que hay un camino para tener éxito en la tarea. Si el material es demasiado extraño o desafiante, los estudiantes pueden desmotivarse fácilmente; sin embargo, esto también es cierto cuando el material es demasiado fácil. Una buena forma de entenderlo es observar la curva de Yerkes-Dodson.
Esta imagen nos muestra que el rendimiento aumenta con la excitación fisiológica o mental (estrés), pero sólo hasta cierto punto. Cuando el nivel de estrés es demasiado alto, el rendimiento disminuye. En general, encontrar el nivel adecuado de desafío favorece el éxito de los estudiantes, ya que creerán que pueden lograrlo y, por tanto, percibirán que merece la pena esforzarse por estudiar el material.
Aprendizaje activo
En algún momento de su vida como estudiante, probablemente se esperaba que aprendiera sentado en silencio y escuchando mientras un educador daba una clase. Este enfoque tiende a sobrecargar nuestra memoria de trabajo, lo que a menudo conduce a la falta de compromiso. El aprendizaje y el compromiso disminuyen cuando los educadores dan clases y cuando esperan que los estudiantes practiquen de forma independiente; ambas situaciones conducen a la conformidad pasiva. Las investigaciones de John Hattie revelan que, en promedio, los educadores hablan entre el 70% y el 80% del tiempo que están enseñando, mientras que sólo una pequeña fracción de ese tiempo de conversación (normalmente entre el 5% y el 10%) promueve el compromiso entre sus alumnos.3,5,6 Por desgracia, las investigaciones revelan que la mayoría de las aulas del mundo siguen empleando este método de enseñanza, a pesar de que no favorece el aprendizaje y ha demostrado ser ineficaz. En las aulas que promueven el compromiso, los alumnos escuchan menos a los educadores y más a menudo resuelven problemas colectivamente.4 Se ha demostrado que este tipo de educación aumenta el compromiso de los alumnos con su aprendizaje, lo que está positivamente correlacionado con el rendimiento académico.
Si en algún momento duda de alguno de los puntos que hemos tratado aquí, puede ser útil hacerse las siguientes preguntas: ¿Llevará el esfuerzo de los alumnos a un mayor rendimiento?, ¿Se obtendrán recompensas por un mayor rendimiento?, ¿En qué medida son deseables esas recompensas? La motivación desempeña un papel fundamental a la hora de orientar la dirección, la intensidad, la persistencia y la calidad de los comportamientos de aprendizaje de los alumnos. Cuando los alumnos encuentran un valor positivo en un objetivo o actividad de aprendizaje; esperan alcanzar con éxito un resultado de aprendizaje deseado y perciben el apoyo de su entorno; es probable que estén muy motivados para aprender.
Bibliografía:
Aprenda a proporcionar retroalimentación eficaz que pueda ayudar a los estudiantes a mejorar en clase. Aprenda más sobre cómo desafiar a los estudiantes puede ayudarles a aprender aplicando Dificultades Deseables
Nuestros editores te brindarán conocimientos basados en la evidencia para profundizar tu comprensión de la ciencia detrás del aprendizaje.